lunes, 16 de febrero de 2009

Por aquellos buenos tiempos...


Me dijo un amigo (uno nunca es protagonista de la historia, siempre es un amigo) que el sábado pasado, al finalizar el duelo en Roma entre Lazio y Torino, la Curva Norte, sector en el que se encuentra la parte más activista de la hinchada romana, se despachó a los gritos con el nombre de un argentino. De un sudaka.

No era el nombre de Mauro Zárate, vendido a principio de temporada como la gran estrella del Calcio y que, a decir verdad, su nivel duró menos que una estrella fugaz. Tampoco el de Juan Pablo Carrizo, cara de la nueva indumentaria lazial hace unos meses, y calentador de banquillos hace unas horas. Menos que menos es el de Christian Ledesma, poco relacionado al tango ya que se hizo conocido en la misma liga italiana.

La Lazio amagó con pelear arriba ni bien empezó la temporada. Hoy por hoy, pelea pero para no caer en zonas de descenso en un futuro próximo. Por esto es que la desazón es mayor. Por esto es que se recuerdan con nostalgia los momentos de los Crespo, Verón, Almeyda o Salas. Y ni que hablar de él. Del que coreaban ni bien terminó la última jornada en el Olímpico.

De Diego Pablo Simeone, hablamos. Como jugador les dio un título con un cabezazo estupendo y, como entrenador, llevó a la gloria a Estudiantes y River en Argentina. Un Simeone que, como esperan los romanos, inunde nuevamente de sangre caliente el verde césped del Estadio Olímpico pero, esta vez, desde el banquillo.

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